El
trabajo.
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El trabajo era duro en
la época de los indígenas étnicos
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El trabajo estuvo perfectamente organizado
en la tierra de los Indígenas Étnicos Cuando fueron conquistados por los incas tuvo
un carácter comunitario.
Los que vivían cerca al mar, tenían como
actividad preferente la pesca y el comercio por mar. Los del interior,
asentados en los valles eran agricultores.
Fuera de esos, habían otros que se
dedicaban a la alfarería y entre estos habían simples artesanos que construían
vasijas para el uso diario y corriente y otros que eran artistas, que hacían
ceramios ornamentales.
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Elaborando ceramios utilitarios
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La orfebrería era otra de las actividades
en que destacaban los Indígenas. Ellos al igual que los mochicas adquirieron
gran fama en todo el Imperio de los Incas por lo cual muchos de esos artesanos
fueron llevados al Cuzco.
E1 trabajo de alfarería se hacía teniendo
al trabajador tendido boca a bajo, sobre unos sofás de patas cortadas. Esta
posición causó asombro a los indios del Tahuantinsuyo y de ahí que se
denominase a la región tierra de los tacllanes o sea de los hombres tendidos de
vientre.
El algodón dio a los indígenas la fibra
para telas que tejían y bordaban con gran primor, no sólo para cubrir las
necesidades propias, sino también para comerciar al trueque.
Los primitivos étnicos , desde tiempos
inmemoriales fueron diestros pescadores que utilizaron las redes. Es posible
que primero emplearon el algodón para hacer sus redes que para los vestidos. El
pescado no sólo lo consumían fresco, sino que lo conservaban secándolo,
ahumándolo y salándolo, pescaban también, no sólo para las necesidades
domesticas, sino para disponer de un margen que les permitían comerciar con los
pueblos de la sierra.
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Artesanos elaborando
collares con chaquiras
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La sierra agrícola era de la propiedad de
los grandes señores. Ellos la daban en arriendo a los agricultores, que pagaban
con partes de su cosecha. A Cieza de León le causó asombro la forma como los indígenas
cultivaron sus campos y decía: “para
labrar sus campos son muy trabajadores y llevan grandes cargas, los campos
labran hermosamente y con mucho concierto y tienen en él regarlos grande orden.
El maíz da dos veces al año, de ello de habas y frijoles cogen harta cantidad
cuando los siembran”.
Las
costumbres
Los Indigenas eran gente
muy hospitalaria. El viajero era siempre bien recibido. Si el recién llegado
era persona notable, le hacías y celebraban en su honor comilonas, durante las
cuales se bebía mucho.
Los Indigenas eran gente dada a la bebida y a la buena
vida.
Habían fiestas en que participaba todo el
pueblo, en ellas se comía, bebía y se cantaba.
Como instrumentos musicales tenían
tamborcillos, flautas, antaras y sonajas. Hay muchas piezas de cerámica que
representan a los músicos.
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Instrumento musicales
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En lo que ahora es nuestro mes de
diciembre, se celebraba en toda la costa norte del Perú una
fiesta que duraba siete días con sus noches. Eran una especie de fiestas
saturnales, que perduraron aún cuando ya la Colonia llevaba muchísimos años de
existencia. La parte central de los festejos era una fiesta a la cual Hermann
Buse llama del goce erótico. Hombres y mujeres jóvenes se reunían en una
pampa completamente desnudos y las mujeres corrían hacia un cerro de poca
altura. Después de un rato salían los hombres a perseguirlas y a la que
alcanzaban, la poseían delante de todo el pueblo reunido.
Los religiosos trataron de erradicar esta
costumbre y les costó mucho tiempo lograrlo. Tales festividades han sido objeto
de estudio de Tschudi, Tello, Rebeca Carrión Cachot, que han querido más bien
ver en ellas un fondo religioso, como sería el sacrificio de doncellas al Dios
Sol, a la Diosa Luna y los dioses es de la fertilidad.
Fuera de las festividades religiosas
habían otras en honor a la cosecha y a la pesca. Eran en realidad actos de agradecimiento
por las bondades de la naturaleza, o de ruego para que se mostrase
propicia.
Fuera de las festividades una costumbre
que hasta la fecha ha perdurado en el ambiente campesino y popular, y era el
corte de uñas y de pelo.
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Fundición de metales
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El primero se hacía a los niños de un año
y el corte de pelo a los de años dando motivo a una animada ceremonia familiar.
Hay que advertir que estas costumbres daban en toda la costa y también en la
sierra, y perduran hasta hace poco.
En el corte de pelo, se reunían familiares
y vecinos y cada uno cortaba un puñado de cabellos. A esos puñados les llamaban
ñaca y como ofrenda se depositaba en las tumbas o huacas de loa allegados.
Generalmente los padres del niño, ayunaban antes de la ceremonia, pero luego se
comía y libaba en abundancia.
Como todo pueblo primitivo, eran
profundamente supersticiosos. No practicaban la sodomía como, lo hacían sus
vecinos de Ecuador.
Durante las fiestas, programaban luchas,
al estilo de las grecorromanas, en donde los luchadores se agarraban por la
cabeza o la parte superior del cuerpo y trataban de derribarse.
Utilizaban a la llama para transporte, en
especial de leña y agua.
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Mujeres Indigenas en labores domésticas
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Muchas de sus actividades, al menos en la
zona de Vicús las harían sentados con las piernas cruzadas, pues hay una gran
cantidad de ceramios que representan así a hombres de todo nivel social. Como
se ha manifestado antes, la posición del Indígena Étnico para comer, era sentado pero de otra forma,
con las piernas dobladas por delante en tal forma que las rodillas se quedan
altas, a nivel de la barbilla. Es una posición que en la actualidad utilizan
los indios mejicanos cuando están en actitud de esperar.
La religión.
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Culto al mar al que
llamaban mamacocha
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Los primeros piuranos que se alinearon en
las proximidades del mar, dependían de él para su vida. Peces, mariscos y lobos
de mar servían para su alimentación.
Conocieron a la ballena, de la que se impresionaron
por su gran tamaño y creyéndola pez, la consideraban el dios de ellos.
Los yungas llamaron al mar, Ni y los
quechuas conquistadores, le decían mamacocha.
Los Indigenas también adoraren al mar y le ofrecían
sacrificios cuando se embravecía.
Todos los cronistas estaban de acuerdo en
que los yungas y con ellos los Etnicos a doraban al mar, dentro
de la multiplicidad de dioses que tenían. Así lo dicen Garci1aso cuando
manifiesta: “adoraban
de común a la mar”, o el padre Oliva que asegura: Los indios de la costa tenían
por su dios a la mar. El padre Cobo, dice que adoraban a la mar por que los
proveían del pescado.
El
padre Murúa dice: los indios de
los llanos reverenciaban y adoraban la mar, por que estuviese siempre manso y
no se embraveciera contra ellos, y les diese mucha abundancia de pescado, y con
esto le echaban harina de maíz blanco almagre y otras cosas.
El cronista Avendaño, en 1617 al referirse
a las idolatrías de los indios decía que tenían unos dioses móviles bajo la
forma de ídolos y otros fijos como el mar.
También Polo de Ondegardo, aseguraba que
el culto que los indios rendían al mar era para que no se pusiera bravo y les
diera siempre pescado.
En plano virreinato, casi a 100 años de la
conquista en 1614 al arzobispo de Lima Pedro de Villagómez se condolía que no
se hubiera extirpado la idolatría de los indios de la costa por el mar. En
realidad, esa especie de reverencia de los pecadores por le mar nunca llegó a
desaparecer totalmente, quedando como una superstición.
Todos los pueblos marítimos del mundo, en
la antigüedad rindieron culto al mar. Ha existido por lo tanto su sentimiento
generalizado por este elemento, que se mostraba tan tremendamente poderoso.
El culto al mar con los primeros
pobladores de Piura; y aún cuando van incorporando con el correr del tiempo
nuevos dioses a su mundo espiritual, el mar nunca dejó de tener lugar
preferente. Y más bien se convirtió en morado de los dioses que se
reverenciaron más tarde como lo fue Viracocha.
La diosa luna.
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Culto a la luna
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Los mochicas tuvieron como dios a Alec, pero este
culto no llegó a extenderse en los Grupos Etnicos . Se trataba de un dios
terrible, vengativo y feroz.
Son rarísimas las piezas de alfarería de
los antiguos piuranos, que representan a este dios, y en cambio se han extraído
en grandes cantidades en la provincia de Trujillo.
Más bien, rindió culto a la luna a la que
llamaban "Shi". Los Indígenas representaron a la diosa luna, bajo la figura
de una mujer pájaro. Seguramente vincularon la idea religiosa con la existencia
de las aves marinas.
Tanto en las piezas de alfarería de Vicús,
como de otros lugares del departamento hay numerosas representaciones
ormito-antropo-morfas. Hasta en las joyas, era muy común los adornos bajo la
forma de lunas en cuarto creciente.
Cuando habían eclipses de luna, sobrecogíales el
temor, de que la luna estaba molesta o que era atacada, pero luego el
reaparecer triunfante retornaba la alegría y se hacían fiestas por el triunfo
de la diosa. Eso acrecentaba su prestigio como deidad.
La doctora Rebeca Carrión; considera que
el culto lunar se extendió desde las costas ecuatorianas de Manabí hasta
Pachacamac. Frente al litoral, en la isla de La Plata, los españoles
encontraron dedicado a una diosa con un niño en los brazos.
Para los pescadores, la diosa Luna era una
deidad, protectora que las alumbraba por las noches en sus tareas marinas. Se
dieron también cuenta que la Luna tenía influencia sobre el mar, al cual creían
mandaba, en lo referente a las mareas.
Muchos de los hombres chimús parecen derivarse de la
raíz Shi, y hasta podría decirse lo mismo de Shi-mú.
Parece que en las islas del litoral, habían
adoratorios para la diosa luna, o cuando menos sitios para ofrecerle
sacrificios humanos, en especial Doncellas que eran decapitadas en su honor.
Nada hace suponer que las ceremonias rituales fueron llevadas a cabo por sacerdotisas,
por que ninguna leyenda o pieza de alfarería la revela. En las islas se han
encontrado esqueletos decapitados.
El
culto al sol.
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Culto al sol
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Fue introducido por los Incas, que
levantaron grandes templos en su honor, así como casas para las escogidas.
Los Incas, no sólo construían fortalezas
para asegurar la conquista, con soldados que en ellas se alojaban al mando de
un jefe de importancia, sino también instalaban gobernadores y sacerdotes para
el culto solar.
Eso fue motivo que en las tierras de los Indígenas
, hubieran dos dioses astros: el sol y la luna, algunos consideran que el dicho
de La Luna de Paita y el Sol de Colán, se deba a la posibilidad de que hayan
existido adoratorios en esos lugares para uno y para la otra.
Otros dioses. El culto a los muertos.
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Un entierro según
Guamán Poma
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Los dioses felinos, que eran reverenciados por los
mochicas, tuvieron muy pocos adeptos entre los Indígenas . Pocas son las piezas
de arcilla que los representan. Eso es más frecuente en los ceramios de Vicús.
Es importante dejar notar este hecho, por que
demuestra que ni aún en el plano religioso se sometieron los Étnicos a la
influencia Mochica. El dios Ai-apaec, tan adorado como temido en los valles de
Trujillo, casi era un desconocido en estos territorios. Los españoles le
llamaron Alec.
Los Yungas, al igual que muchos pueblos antiguos, sin
duda alguna que divinizaron a las fuerzas de la naturaleza, unas veces por
temor y otras por gratitud, como por ejemplo el trueno y a la lluvia. De igual
modo a ciertos animales como el puma y a la serpiente.
Pero aparte de todo eso, llegaron a intuir que la vida
no terminaba en la tierra, sino que había otra más allá, por cuyo motivo en las
tumbas pusieron lo necesario para que el difunto pudiera alimentarse y disponer
de lo conveniente en esa otra vida. En los primeros meses al fallecimiento, la
renovación de víveres era constante. El culto que recibían a los muertos, y que
casi era general en los pueblos primitivos de todo el mundo; en los antiguos Indígenas
merecía una especial
atención.
Las tumbas eran por lo tanto consideradas como huacas
o sea lugares sagrados. En algunos casos colocaban en ella idolillos familiares,
para que actuaran como guardianes. Muchas veces no sólo miembros de la familia
visitaban esas huacas, sino también amigos y relacionados y terminaban por
convertirse en adoratorios.
Durante la conquista, muchas huacas fueron destruidas
o clausuradas, unas veces por la avidez de los tesoros que suponían se
encontraban en ellas y para extirpar las idolatrías.
También habían sitios sagrados, como
cerros que suponían encantados, o piedras con ciertos poderes a las que
llamaban jírcas. En nuestro departamento abundan lugares como lagunas. Colinas
y sitios a los que los lugareños atribuyen ciertos poderes, y los rodean de
misterios.
Los Indígenas al igual que el resto de
poblaciones yungas, creían en la existencia de una alma inmortal. Al respecto
dice Cieza de León: “era opinión general en todos estos indios yungas, y aun en
los serranos de este reino del Perú, que las ánimas de los difuntos no morían,
sino que para siempre vivían, y se juntaban allá en el otro mundo unos con
otros, donde creían se holgaban, comían y bebían, que es su principal
gloria”.
Los señores principales, eran enterrados
con sus mujeres y servidores; unas veces en una sola tumba y en otros casos, en
tumbas separadas alrededor de la tumba del señor. Parece sin embargo que la
decisión era voluntaria.
En la región de Tumbes, se han encontrado
también tumbas en forma de bota al igual que las de Vicús.
Hay que aclarar sin embargo, que en el
resto de los grupos Étnicos , no se siguió el mismo procedimiento de cremar los
cadáveres.
Los difuntos eran colocados en posición horizontal en
tumbas que semejaban grandes pozas a bastante profundidad.
El Padre Las Casas, relata, que cuando el muerto era
un señor principal, se reunían todas las gentes del pueblo, y se daban un gran
banquete con abundancia de comida y bebida. Se fijaba un día como el principal,
y al momento de servir la comida y bebida como si la fuera a consumir y los que
entraban la hacían reverencias. La madre – en caso de estar viva – y la viuda
ocupaban lugares principales en la ceremonia del banquete. El cadáver, al cual
generalmente se embalsamaba, se ponía luego algo apartado en un patio. Las
comilonas duraban de cinco a diez días. Unas lloronas se encargaban de ponderar
las virtudes del difunto y lanzar alaridos, sollozos y llorar continuamente. La
música de flauta era continua sin interrupción, pues los músicos se turnaban.
La viuda guardaba luto un año y se trasquilaba los
cabellos.
El cronista Villagomez asegura que en muchos lugares
de la costa y se presume que también en nuestra región, el difunto era
sumergido tres veces en el río por la parentela, y luego lavaban la ropa del
muerto. Se pasan la noche cantando y bebiendo y en determinaba hora le
derramaban un poco de chicha para que apague la sed. Cuando llegan las horas
del amanecer, creen que el alma ya ha salido del cuerpo y se va al sitio del
eterno descanso.
Como se puede apreciar, los yungas en general y los Étnicos
de la costa en particular, todo lo
hacían comiendo y bebiendo. Hay que suponer que algunas costumbres, variaron de
acuerdo a la época y también a los lugares.
El dios Walac.
El escritor cataquense, Jacobo Cruz
asegura que la palabra Narigualá, proviene de Ñari Walac que en el idioma Sec
quiere decir ojo que avisora la lejanía.
Plantea la teoría que Narigualá con su
fortaleza-templo, fue el centro religioso de toda la región Étnica , y que
hacia allí convergían los antiguos piuranos en peregrinación.
La base de esta suposición, es que
la fortaleza-templo, se construyó muchísimos años antes de la conquista de los Étnicos
por los Incas, lo que como es bien
sabido, fueron estos los que mandaron a construir todas las fortalezas de la
región, de lo que sería una excepción la de Narigualá.
De establecerse que dicha construcción se hizo en
tiempos de los Imperio, toda la teoría del dios Walac quedaría sin sustento, al
menos como deidad de los indígenas Ccatac
Ccaos . Mientras tanto, y hasta que no se pruebe lo contrario, se debe
aceptar.
Jacobo Cruz relata una leyenda no muy
conocida, según la cual en tiempos muy remotos se aparecía en el cielo de
Piura, un fenómeno luminoso al caer la tarde y que duraba toda la noche. Esto
que bien podía ser un cometa, en realidad no lo era por que se repitió casi
seguido por varios años considerando tal aparición con las buenas cosechas.
Para los antiguos piuranos era como un ojo, que puesto en el cielo, lo veía
todo. De ahí que los indios lo divinizaron y levantaron el templo para
rendirle culto,mandando a construir un ídolo de oro puro del tamaño
de un hombre, que en sus manos sostenía un hato herbáceo que simbolizaba el
maíz, del que pendían choclos robustos. Sigue diciendo Jacobo Cruz, que la cara
era plana con pómulos salientes, y con un sólo ojo dentro de un triangulo, de
cuyos bordes se veían como saliendo pequeños rayos a manera de pestañas. Junto
al ídolo grande se encontraba otros idolillos de madera de charán, que
significaban ofrendas de diversas comarcas o valles que se tributaban al dios
por los agradecimientos fieles, por los favores recibidos, como las buenas
cosechas. Eran como los ex-votos que ahora se acostumbra hacer con milagrosas
imágenes en nuestro departamento.
Toda teoría sobre el pasado histórico de los pueblos
es interesante por que invita al análisis y al intercambio de ideas de donde
sale muchas veces la verdad o nos acercamos más a ella. Ante todo, hay que
hacer notar que muchos arqueólogos y estudiosos tanto del pasado del
hombre peruano como del origen del hombre americano han plateado teorías
contrapuestas, para explicar muchos misterios que se pierden en la noche de los
tiempos. De donde resulta que toda teoría de gente estudiosa como lo fue Jacobo
Cruz, es interesante y es respetable.
Como cualquier teoría, tiene muchos puntos
que le sirven de apoyo o basamento, pero hay también otros que pueden quitarle
consistencia.
Por ejemplo, en toda la huaquería tan
abundante en cantidad y variedad de la región Étnica que hay en los museos, no se ha representado a
ese dios, que podría ser Wallac. Es bien cabido que mucho del conocimiento que
se tiene de los Mochicas, de los Chimús y de las gentes de Vicús, se debe a que
en las piezas de cerámica han representado todos los hechos de su existencia.
Son como libros vivos del pasado. Si se trata de una divinidad, la reproducción
tenía que ser necesariamente muy nutrida, como un homenaje a esa deidad.
Por otra parte, en la región de Piura no
ha habido abundancia de oro, al menos no tanto como para fundir un ídolo del
tamaño de un hombre, y tampoco es posible que una pieza de tales dimensiones y
tan valiosa, material y espiritualmente, se iba a perder tan fácilmente. Por
otra parte ningún cronista ha mencionado al dios Walac.
El ojo dentro de un triangulo con rayos
que le salen, es similar a la imagen que utilizaron los primeros cristianos
para representar Dios Padre, y aún se usa.
En cuanto al significado de la voz Narigualá,
que indudablemente esta castellanizada, y que el escritor Jacobo Cruz
descompone en dos voces Ñuri-wallac, podría también descomponerse de otra
forma, como Nari-hua-lá o también en Nari-hua-la. Si se trata de palabras
compuestas, lo mismo podría decirse con relación a los toponímicos de Ta-ca-lá;
Vi-rri-lá; Puyun-ta-lá; Sin-bi-lá, etc. lo que nos hace pensar que la
terminación “lá” bien pudiera ser lugar o sitio, en el idioma
Sec.
Sea lo que fuere, eso no descarta la
posibilidad de que Walac, haya sido una deidad , de la zona de Catacaos. Es también parte de
la historia de los pueblos, el conservar y transmitir a las generaciones
futuras los mitos y leyendas, que todos los pueblos del mundo las han tenido y
más aún cuando se han referido a los dioses o fundadores de dinastías.
Por eso, la leyenda del dios Walac, debe
ser conservada, como parte de nuestra historia.