https://www.facebook.com/profile.php?id=100009329185147

ETNIA MEKNÓN -KUKUNG ARAK - CURA MORI (JUAN ALONSO DE MORI Y ALVARADO )

sábado, 4 de agosto de 2012

La poesia es el gran Meknon........La poesia es el gran Cuccung Aracc

 

 LA POESIA

 La poesia es vida,

poderosa arma de batalla

contra los monstruos del poder

y la explotación;

 es sentimiento que no calla,

 y que siempre a de resplandecer

 en lo oscuro de la corrupción.

 La poesia es el inicio de tu mirada,

 el renacer de tu esperanza;

 es el dolor de tu pueblo herido,

 de tu cultura y raza maltratada.

 La poesia es el gran Meknon

 abriendote los brazos desde su gran manto azul,

 invitandote a su gran legión.

. La poesia es el gran Cuccung Aracc,

 de camotes sembrador...

 La poesia es esperanza y libertad...

Los Grupos Etnicos

El trabajo. 
El trabajo era duro en la época de los indígenas étnicos
El trabajo estuvo perfectamente organizado en la tierra de los Indígenas Étnicos  Cuando fueron conquistados por los incas tuvo un carácter comunitario. 
Los que vivían cerca al mar, tenían como actividad preferente la pesca y el comercio por mar. Los del interior, asentados en los valles eran agricultores.  
Fuera de esos, habían otros que se dedicaban a la alfarería y entre estos habían simples artesanos que construían vasijas para el uso diario y corriente y otros que eran artistas, que hacían ceramios ornamentales.   
Elaborando ceramios utilitarios
La orfebrería era otra de las actividades en que destacaban los Indígenas. Ellos al igual que los mochicas adquirieron gran fama en todo el Imperio de los Incas por lo cual muchos de esos artesanos fueron llevados al Cuzco. 
E1 trabajo de alfarería se hacía teniendo al trabajador tendido boca a bajo, sobre unos sofás de patas cortadas. Esta posición causó asombro a los indios del Tahuantinsuyo y de ahí que se denominase a la región tierra de los tacllanes o sea de los hombres tendidos de vientre.
El algodón dio a los indígenas la fibra para telas que tejían y bordaban con gran primor, no sólo para cubrir las necesidades propias, sino también para comerciar al trueque. 
Los primitivos étnicos , desde tiempos inmemoriales fueron diestros pescadores que utilizaron las redes. Es posible que primero emplearon el algodón para hacer sus redes que para los vestidos. El pescado no sólo lo consumían fresco, sino que lo conservaban secándolo, ahumándolo y salándolo, pescaban también, no sólo para las necesidades domesticas, sino para disponer de un margen que les permitían comerciar con los pueblos de la sierra.     
Artesanos elaborando collares con chaquiras
La sierra agrícola era de la propiedad de los grandes señores. Ellos la daban en arriendo a los agricultores, que pagaban con partes de su cosecha. A Cieza de León le causó asombro la forma como los indígenas  cultivaron sus campos y decía: “para labrar sus campos son muy trabajadores y llevan grandes cargas, los campos labran hermosamente y con mucho concierto y tienen en él regarlos grande orden. El maíz da dos veces al año, de ello de habas y frijoles cogen harta cantidad cuando los siembran”.

Las costumbres 

Los Indigenas   eran gente muy hospitalaria. El viajero era siempre bien recibido. Si el recién llegado era persona notable, le hacías y celebraban en su honor comilonas, durante las cuales se bebía mucho. 
Los Indigenas  eran gente dada a la bebida y a la buena vida. 
Habían fiestas en que participaba todo el pueblo, en ellas se comía, bebía y se cantaba. 
Como instrumentos musicales tenían tamborcillos, flautas, antaras y sonajas. Hay muchas piezas de cerámica que representan a  los músicos. 
Instrumento musicales
En lo que ahora es nuestro mes de diciembre, se celebraba en toda la costa norte del Perú   una fiesta que duraba siete días con sus noches. Eran una especie de fiestas saturnales, que perduraron aún cuando ya la Colonia llevaba muchísimos años de existencia. La parte central de los festejos era una fiesta a la cual Hermann Buse llama del goce  erótico. Hombres y mujeres jóvenes se reunían en una pampa completamente desnudos y las mujeres corrían hacia un cerro de poca altura. Después de un rato salían los hombres a perseguirlas y a la que alcanzaban, la poseían delante de todo el pueblo reunido. 
Los religiosos trataron de erradicar esta costumbre y les costó mucho tiempo lograrlo. Tales festividades han sido objeto de estudio de Tschudi, Tello, Rebeca Carrión Cachot, que han querido más bien ver en ellas un fondo religioso, como sería el sacrificio de doncellas al Dios Sol, a la Diosa Luna y los dioses es de la fertilidad. 
Fuera de las festividades religiosas habían otras en honor a la cosecha y a la pesca. Eran en realidad actos de agradecimiento por las bondades de la naturaleza, o de ruego para que se mostrase propicia. 
Fuera de las festividades una costumbre que hasta la fecha ha perdurado en el ambiente campesino y popular, y era el corte de uñas y de pelo. 
Fundición de metales
El primero se hacía a los niños de un año y el corte de pelo a los de años dando motivo a una animada ceremonia familiar. Hay que advertir que estas costumbres daban en toda la costa y también en la sierra, y perduran hasta hace poco.
En el corte de pelo, se reunían familiares y vecinos y cada uno cortaba un puñado de cabellos. A esos puñados les llamaban ñaca y como ofrenda se depositaba en las tumbas o huacas de loa allegados. Generalmente los padres del niño, ayunaban antes de la ceremonia, pero luego se comía y libaba en abundancia. 
Como todo pueblo primitivo, eran profundamente supersticiosos. No practicaban la sodomía como, lo hacían sus vecinos de Ecuador. 
Durante las fiestas, programaban luchas, al estilo de las grecorromanas, en donde los luchadores se agarraban por la cabeza  o la parte superior del cuerpo y trataban de derribarse. 
Utilizaban a la llama para transporte, en especial de leña y agua.
Mujeres Indigenas  en labores domésticas
Muchas de sus actividades, al menos en la zona de Vicús las harían sentados con las piernas cruzadas, pues hay una gran cantidad de ceramios que representan así a hombres de todo nivel social. Como se ha manifestado antes, la posición del Indígena Étnico  para comer, era sentado pero de otra forma, con las piernas dobladas por delante en tal forma que las rodillas se quedan altas, a nivel de la barbilla. Es una posición que en la actualidad utilizan los indios mejicanos cuando están en actitud de esperar.
La religión. 
Culto al mar al que llamaban mamacocha
Los primeros piuranos que se alinearon en las proximidades del mar, dependían de él para su vida. Peces, mariscos y lobos de mar servían para su alimentación. 
Conocieron a la ballena, de la que se impresionaron por su gran tamaño y creyéndola pez, la consideraban el dios de ellos. 
Los yungas llamaron al mar, Ni  y los quechuas conquistadores, le decían  mamacocha. 
Los Indigenas  también adoraren al mar y le ofrecían sacrificios cuando se embravecía. 
Todos los cronistas estaban de acuerdo en que los yungas y con ellos los Etnicos a doraban al mar, dentro de  la multiplicidad de dioses que tenían. Así lo dicen Garci1aso cuando manifiesta: adoraban de común a la mar”, o el padre Oliva que asegura: Los indios de la costa tenían por su dios a la mar. El padre Cobo, dice que adoraban a la mar por que los proveían del pescado.

El padre Murúa dice: los indios de los llanos reverenciaban y adoraban la mar, por que estuviese siempre manso y no se embraveciera contra ellos, y les diese mucha abundancia de pescado, y con esto le echaban harina de maíz blanco almagre y otras cosas.
El cronista Avendaño, en 1617 al referirse a las idolatrías de los indios decía que tenían unos dioses móviles bajo la forma de ídolos y otros fijos como el mar.   
También Polo de Ondegardo, aseguraba que el culto que los indios rendían al mar era para que no se pusiera bravo y les diera siempre pescado. 
En plano virreinato, casi a 100 años de la conquista en 1614 al arzobispo de Lima Pedro de Villagómez se condolía que no se hubiera extirpado la idolatría de los indios de la costa por el mar. En realidad, esa especie de reverencia de los pecadores por le mar nunca llegó a desaparecer totalmente, quedando como una superstición. 
Todos los pueblos marítimos del mundo, en la antigüedad rindieron culto al mar. Ha existido por lo tanto su sentimiento generalizado por este elemento, que se mostraba tan tremendamente poderoso.  
El culto al mar con los primeros pobladores de Piura; y aún cuando van incorporando con el correr del tiempo nuevos dioses a su mundo espiritual, el mar nunca dejó de tener lugar preferente. Y más bien se convirtió en morado de los dioses que se reverenciaron más tarde como lo fue Viracocha.
La diosa luna. 
Culto a la luna
Los mochicas tuvieron como dios a Alec, pero este culto no llegó a extenderse en los Grupos Etnicos . Se trataba de un dios terrible, vengativo y feroz. 
Son rarísimas las piezas de alfarería de los antiguos piuranos, que representan a este dios, y en cambio se han extraído en grandes cantidades en la provincia de Trujillo. 
Más bien, rindió culto a la luna a la que llamaban "Shi". Los Indígenas  representaron a la diosa luna, bajo la figura de una mujer pájaro. Seguramente vincularon la idea religiosa con la existencia de las aves marinas.  
Tanto en las piezas de alfarería de Vicús, como de otros lugares del departamento hay numerosas representaciones ormito-antropo-morfas. Hasta en las joyas, era muy común los adornos bajo la forma de lunas en cuarto creciente. 
Cuando habían eclipses de luna, sobrecogíales el temor, de que la luna estaba molesta o que era atacada, pero luego el reaparecer triunfante retornaba la alegría y se hacían fiestas por el triunfo de la diosa. Eso acrecentaba su prestigio como deidad.  
La doctora Rebeca Carrión; considera que el culto lunar se extendió desde las costas ecuatorianas de Manabí hasta Pachacamac. Frente al litoral, en la isla de La Plata, los españoles encontraron dedicado a una diosa con un niño en los brazos. 
Para los pescadores, la diosa Luna era una deidad, protectora que las alumbraba por las noches en sus tareas marinas. Se dieron también cuenta que la Luna tenía influencia sobre el mar, al cual creían mandaba, en lo referente a las mareas. 
Muchos de los hombres chimús parecen derivarse de la raíz Shi, y hasta podría decirse lo mismo de Shi-mú.   
Parece que en las islas del litoral, habían adoratorios para la diosa luna, o cuando menos sitios para ofrecerle sacrificios humanos, en especial Doncellas que eran decapitadas en su honor. Nada hace suponer que las ceremonias rituales fueron llevadas a cabo por sacerdotisas, por que ninguna leyenda o pieza de alfarería la revela. En las islas se han encontrado esqueletos decapitados.   
El culto al sol. 
Culto al sol
Fue introducido por los Incas, que levantaron grandes templos en su honor, así como casas para las escogidas. 
Los Incas, no sólo construían fortalezas para asegurar la conquista, con soldados que en ellas se alojaban al mando de un jefe de importancia, sino también instalaban gobernadores y sacerdotes para el culto solar. 
Eso fue motivo que en las tierras de los Indígenas , hubieran dos dioses astros: el sol y la luna, algunos consideran que el dicho de La Luna de Paita y el Sol de Colán, se deba a la posibilidad de que hayan existido adoratorios en esos lugares para uno y para la otra.   
Otros dioses. El culto a los muertos. 
Un entierro según Guamán Poma
Los dioses felinos, que eran reverenciados por los mochicas, tuvieron muy pocos adeptos entre los Indígenas . Pocas son las piezas de arcilla que los representan. Eso es más frecuente en los ceramios de Vicús.  
Es importante dejar notar este hecho, por que demuestra que ni aún en el plano religioso se sometieron los Étnicos a la influencia Mochica. El dios Ai-apaec, tan adorado como temido en los valles de Trujillo, casi era un desconocido en estos territorios. Los españoles le llamaron Alec. 
Los Yungas, al igual que muchos pueblos antiguos, sin duda alguna que divinizaron a las fuerzas de la naturaleza, unas veces por temor y otras por gratitud, como por ejemplo el trueno y a la lluvia. De igual modo a ciertos animales como el puma y a la serpiente. 
Pero aparte de todo eso, llegaron a intuir que la vida no terminaba en la tierra, sino que había otra más allá, por cuyo motivo en las tumbas pusieron lo necesario para que el difunto pudiera alimentarse y disponer de lo conveniente en esa otra vida. En los primeros meses al fallecimiento, la renovación de víveres era constante. El culto que recibían a los muertos, y que casi era general en los pueblos primitivos de todo el mundo; en los antiguos Indígenas  merecía una especial atención.    
Las tumbas eran por lo tanto consideradas como huacas o sea lugares sagrados. En algunos casos colocaban en ella idolillos familiares, para que actuaran como guardianes. Muchas veces no sólo miembros de la familia visitaban esas huacas, sino también amigos y relacionados y terminaban por convertirse en adoratorios.   
Durante la conquista, muchas huacas fueron destruidas o clausuradas, unas veces por la avidez de los tesoros que suponían se encontraban en ellas y para extirpar las idolatrías. 
También habían sitios sagrados, como cerros que suponían encantados, o piedras con ciertos poderes a las que llamaban jírcas. En nuestro departamento abundan lugares como lagunas. Colinas y sitios a los que los lugareños atribuyen ciertos poderes, y los rodean de misterios.    
Los Indígenas al igual que el resto de poblaciones yungas, creían en la existencia de una alma inmortal. Al respecto dice Cieza de León: “era opinión general en todos estos indios yungas, y aun en los serranos de este reino del Perú, que las ánimas de los difuntos no morían, sino que para siempre vivían, y se juntaban allá en el otro mundo unos con otros, donde creían se holgaban, comían y bebían, que es su principal gloria”.       
Los señores principales, eran enterrados con sus mujeres y servidores; unas veces en una sola tumba y en otros casos, en tumbas separadas alrededor de la tumba del señor. Parece sin embargo que la decisión era voluntaria.   
En la región de Tumbes, se han encontrado también tumbas en forma de bota al igual que las de Vicús.
Hay que aclarar sin embargo, que en el resto de los grupos Étnicos , no se siguió el mismo procedimiento de cremar los cadáveres.  
Los difuntos eran colocados en posición horizontal en tumbas que semejaban grandes pozas a bastante profundidad.   
El Padre Las Casas, relata, que cuando el muerto era un señor principal, se reunían todas las gentes del pueblo, y se daban un gran banquete con abundancia de comida y bebida. Se fijaba un día como el principal, y al momento de servir la comida y bebida como si la fuera a consumir y los que entraban la hacían reverencias. La madre – en caso de estar viva – y la viuda ocupaban lugares principales en la ceremonia del banquete. El cadáver, al cual generalmente se embalsamaba, se ponía luego algo apartado en un patio. Las comilonas duraban de cinco a diez días. Unas lloronas se encargaban de ponderar las virtudes del difunto y lanzar alaridos, sollozos y llorar continuamente. La música de flauta era continua sin interrupción, pues los músicos se turnaban. La viuda guardaba luto un año y se trasquilaba los cabellos.        
El cronista Villagomez asegura que en muchos lugares de la costa y se presume que también en nuestra región, el difunto era sumergido tres veces en el río por la parentela, y luego lavaban la ropa del muerto. Se pasan la noche cantando y bebiendo y en determinaba hora le derramaban un poco de chicha para que apague la sed. Cuando llegan las horas del amanecer, creen que el alma ya ha salido del cuerpo y se va al sitio del eterno descanso.      
Como se puede apreciar, los yungas en general y los Étnicos de la costa  en particular, todo lo hacían comiendo y bebiendo. Hay que suponer que algunas costumbres, variaron de acuerdo a la época y también a los lugares.  
El dios Walac. 
El escritor cataquense, Jacobo Cruz asegura que la palabra Narigualá, proviene de Ñari Walac que en el idioma   Sec quiere decir ojo que avisora la lejanía. 
Plantea la teoría que Narigualá con su fortaleza-templo, fue el centro religioso de toda la región Étnica , y que hacia allí convergían los antiguos piuranos en peregrinación.  
La base de esta suposición, es que la fortaleza-templo, se construyó muchísimos años antes de la conquista de los Étnicos  por los Incas, lo  que como es bien sabido, fueron estos los que mandaron a construir todas las fortalezas de la región, de lo que sería una excepción la de Narigualá. 
De establecerse que dicha construcción se hizo en tiempos de los Imperio, toda la teoría del dios Walac quedaría sin sustento, al menos como deidad de los indígenas Ccatac  Ccaos . Mientras tanto, y hasta que no se pruebe lo contrario, se debe aceptar.
Jacobo Cruz relata una leyenda no muy conocida, según la cual en tiempos muy remotos se aparecía en el cielo de Piura, un fenómeno luminoso al caer la tarde y que duraba toda la noche. Esto que bien podía ser un cometa, en realidad no lo era por que se repitió casi seguido por varios años considerando tal aparición con las buenas cosechas. Para los antiguos piuranos era como un ojo, que puesto en el cielo, lo veía todo. De ahí que los indios lo divinizaron y levantaron el tem­plo para rendirle culto,mandando a construir un ídolo de oro puro del tamaño de un hombre, que en sus manos sostenía un hato herbáceo que simbolizaba el maíz, del que pendían choclos robustos. Sigue diciendo Jacobo Cruz, que la cara era plana con pómulos salientes, y con un sólo ojo dentro de un triangulo, de cuyos bordes se veían como saliendo pequeños rayos a manera de pestañas. Junto al ídolo grande se encontraba otros idolillos de madera de charán, que significaban ofrendas de diversas comarcas o valles que se tributaban al dios por los agradecimientos fieles, por los favores recibidos, como las buenas cosechas. Eran como los ex-votos que ahora se acostumbra hacer con milagrosas imágenes en nuestro departamento.
Toda teoría sobre el pasado histórico de los pueblos es interesante por que invita al análisis y al intercambio de ideas de donde sale muchas veces la verdad o nos acercamos más a ella. Ante todo, hay que hacer notar que muchos arqueólogos y estudiosos  tanto del pasado del hombre peruano como del origen del hombre americano han plateado teorías contrapuestas, para explicar muchos misterios que se pierden en la noche de los tiempos. De donde resulta que toda teoría de gente estudiosa como lo fue Jacobo Cruz, es interesante y es respetable.   
Como cualquier teoría, tiene muchos puntos que le sirven de apoyo o basamento, pero hay también otros que pueden quitarle consistencia.   
Por ejemplo, en toda la huaquería tan abundante en cantidad y variedad de la región Étnica  que hay en los museos, no se ha representado a ese dios, que podría ser Wallac. Es bien cabido que mucho del conocimiento que se tiene de los Mochicas, de los Chimús y de las gentes de Vicús, se debe a que en las piezas de cerámica han representado todos los hechos de su existencia. Son como libros vivos del pasado. Si se trata de una divinidad, la reproducción tenía que ser necesariamente muy nutrida, como un homenaje a esa deidad.   
Por otra parte, en la región de Piura no ha habido abundancia de oro, al menos no tanto como para fundir un ídolo del tamaño de un hombre, y tampoco es posible que una pieza de tales dimensiones y tan valiosa, material y espiritualmente, se iba a perder tan fácilmente. Por otra parte ningún cronista ha mencionado al dios Walac.  
El ojo dentro de un triangulo con rayos que le salen, es similar a la imagen que utilizaron los primeros cristianos para representar  Dios Padre, y aún se usa. 
En cuanto al significado de la voz Narigualá, que indudablemente esta castellanizada, y que el escritor Jacobo Cruz descompone en dos voces Ñuri-wallac, podría también descomponerse de otra forma, como Nari-hua-lá o también en Nari-hua-la. Si se trata de palabras compuestas, lo mismo podría decirse con relación a los toponímicos de Ta-ca-lá; Vi-rri-lá; Puyun-ta-lá; Sin-bi-lá, etc. lo que nos hace pensar que la terminación “lá” bien pudiera ser lugar o sitio, en el idioma Sec.     
Sea lo que fuere, eso no descarta la posibilidad de que Walac, haya sido una deidad  , de la zona de Catacaos. Es también parte de la historia de los pueblos, el conservar y transmitir a las generaciones futuras los mitos y leyendas, que todos los pueblos del mundo las han tenido y más aún cuando se han referido a los dioses o fundadores de dinastías. 
Por eso, la leyenda del dios Walac, debe ser conservada, como parte de nuestra historia.